Desencuentros inesperados

Ya estoy cerca, estoy llegando, a lo lejos puedo verle, será él o será el de al lado.

Busco mi mejor sonrisa, la que delante del espejo practico para momentos señalados. Ya lo tengo enfrente mía, y cuando mis labios se acercan a besar lo deseado, siento una mano en mi espalda, que anuncia la despedida, de aquel varón tan gallardo.

Girándome sobre mis pies a su altura me he quedado, a su altura ni mas ni menos, y siendo yo mujer pequeña, no muy alto hemos llegado.

Ya estamos dentro, que nervios siento ante lo desconocido, no tanto por mi pareja, si mucho por el recinto.

Las miradas se entrecruzan en mil direcciones, entorpeciendo cualquier conversación posible. Nadie quiere cruzar palabra, nadie quiere conocerse, solo que llegue el momento de callarse para siempre.

Con lo caliente que estaba de pensar en el idilio, como un tempano me encuentro a la altura del chiquillo.

Buscando el cuarto de baño, me topé con una escalera, e intrigada fui bajando, adentrándome en una luz tenue a la que mis ojos se acostumbraron rápido.

A mi nariz llegaron olores conocidos en mi mente, olores de pieles desnudas y humedades subyacentes.

A mis oídos gemidos en coro, en coro de mucha gente. En toda la sala sonaba la misma canción de pasiones atrayentes.

Cuerpos enlazados en hilera, se presentan ante mi, a la perfección encajados sin principio ni sin fin.

Ensimismada me encuentro de admirar tan bello cuadro, que no me percato que tengo el cuerpo lleno de manos. Solo acierto a darme cuenta cuando por mis piernas resbalan los diluvios del descaro.

Siento una vibración por debajo de mi ropa, es el móvil que me anuncia, que el chiquillo me anda buscando. Acierto a cogerlo entre manos y a escribir en el teclado “espera un poquito más, que el baño está atestado”. Intento volver a guardarlo mas mis bolsillos, quedan lejos del lugar recordado; esparcidas por el suelo quedan las telas que me cubrían, los dedos traicioneros buscan cobijo en mi cuerpo. Entran en juego las lenguas, que impacientes ante el hallazgo, se ocultan entre mis piernas. Todas quieren llegar, luchan por sentir mis labios, se agolpan ante la entrada y se acarician saboreando. El móvil sigue vibrando, “te has perdido…” “no, los labios me estoy pintando”…. No puedo mas, me deshago, mis piernas no pueden tenerme, me dejo caer muy despacio… el móvil sigue vibrando….

_ ¿Qué quieres hacer ahora? Dice el chiquillo entre labios

_ Quiero volver a mi casa y otro día lo pensamos

 

 

 

36 comentarios en “Desencuentros inesperados

  1. …….Ya estamos dentro, que nervios siento ante lo desconocido, no tanto por mi pareja, si mucho por el recinto………tengo la misma cuiosidad que Chus..¿.donde esta ese recinto de olores conocidos? Me da sensación que los demas lo conocen muy bien este sitio.

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  2. En Madrid no los conozco
    aunque los oí nombrar
    en Barcelona cerca del «Pene»
    unos cuantos encontrarás…
    Edificio del agua le llaman,
    o más bien la torre Agbar,
    pero son otro tipo de flujos
    los que quedan en ese lugar.
    Los móviles son un peligro
    mejor dejarlo apagado
    y si sientes que vibro
    ya sabes que no es el teclado.
    Al contrario que el de Madrid
    lo bueno está escaleras arriba
    y una vez que me perdí
    me costó realizar la criba…
    lo mejor, ver, oír y callar
    que aquí se viene a follar
    y para el que tenga dudas
    siempre hay a quien preguntar.

    XD ❤

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