ERASE UN ALMA BELLA

Esto era un alma bella que nadaba entre las aguas, de corazones impíos que dañarla procuraban. Esto eran dos ojos como luceros del alba, que estaban pidiendo a gritos que un amor la rescatara. Y así mi linda niña, como acequia estancada, luchaba en encontrar la salida que a un mar abierto llevara.

Entre el rumor de las piedras, notó que la despertaban, meciéndola suavemente, acariciando su espalda, rozando intimidades durante tiempo olvidadas. Remolinos de dulzura se colaron en su calma, haciendo temblar los infiernos que aquella acequia encerraban. Mas a aguas turbulentas no las detiene nada y tras burbujas placenteras, siguió su loco camino hacia marismas inciertas.

Entre las algas, cristales de desconsuelo derramaba el alma bella, diciendo adiós a la noche, que la mañana está cerca.

Los primeros rayos iluminan el desierto en que se encuentra y a lo lejos puede ver, la pureza que le espera. Esta se acerca despacio, tiene miedo de no ser cierta. La protege entre sus brazos, le hace una balsa con rosas, le indica el camino hacia fuera. Mas el alma no tiene prisa, quiere cerrar el pasado, necesita hacer el viaje sin olvidar lo que ha dado. Mientras lo puro se aleja, ella le mira llorando , mientras el se da la vuelta, ella le respira amando, mientras el se sienta a esperar, ella comienza el viaje, que en soledad debe hacer, aunque la estén esperando.