Sonata en do de sexo

Asomada al balcón, la inocencia, a voz en grito, reclama nuestra mirada. Nosotros, sordos del deseo que nos embarga, hacemos caso omiso a la incesante llamada y ciegos caminamos corrompidos por el vicio que nos atrapa.
En la puerta está el destino y detrás un mundo oscuro de pasiones desatadas. Las manos tenemos selladas, siento que somos uno, yo sin ti no pinto nada, tú sin mí andas perdido. Sórdida normalidad nos rodea. La música que envuelve todo, luz justa, una barra, e infinidad de ojos que nos desnudan con la mirada.
Recorrido hacia el infierno, con mi pecho pegado a tu espalda. El pudor se quedó en la puerta, la vergüenza se dio la vuelta y en una cama compartida hacemos las veces de colcha.
Tu lengua viaja despacio hacia el borde de mis labios y tus dedos buscan saber lo cachonda que me hayo. No pierdo tus ojos, no pierdes mis labios y los gemidos alertan al público, que al acecho está esperando. A horcajadas me contoneo sobre tu verga empalmada, mis manos le dan salida, para que pueda mostrarse totalmente liberada. La ovación está servida, al mostrar tremenda polla, a un público que está entregado al concierto de su vida. Las groupis se arremolinan, ansiosas de cantar conmigo, tú las observas, dedicándoles unas letras, yo me agarro al pie de micro y lo acaricio con mi lengua mientras se clavan mis ojos en sus pupilas sedientas. Esposada por tus manos, a mis muñecas se aferran y entre susurros ahogados me pides que no te deje, que yo sea tu solista. Mis labios atrapan los tuyos, enredándose las lenguas y las manos del coro sabio, viendo que el estribillo se acerca, se levantan puño en alto, a la espera de su letra. Esta es nuestra canción, mas necesito sus voces, acierto a decirte al oído. Tus ojos son mis acordes, tu silencio mis gemidos, y mis manos van eligiendo a las dueñas, que dan paso a tus delirios. A tres voces estas cantando, tu balada de suspiros.
Mi sexo entona el aroma de que el final está cerca, se abre paso entre las voces, la soprano toma el centro. Me dejo invadir por tu miembro, sus manos sujetan tu polla, tus dedos en mi culo clavados, me pasean sin demora. Sus caricias no cesan, tus ojos me agotan, mis labios te besan. Tus embestidas salen por mi boca, transformados en aullidos y sus manos se van retirando, a sabiendas que su momento, está más que extinguido.

–          Quiero que me mires siempre, aunque compartas mi cama.

–          Quiero que en mí te abandones cuando sientas la sonata.

Mi cuerpo sobre tu cuerpo, al sonar la última nota. Un murmullo silencioso tras una ovación cadenciosa. La soledad del artista, nos invade por completo. El silencio, tus caricias, mis dedos recorren tu cara, un sin ti yo no soy nada, un compartir un segundo, un regalo de miradas.

Nos tenemos por entero, regalando por retazos el amor hecho deseo.

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