Seis velas para mujer sin edad

Nueve veces llegó el frío, diez veces me consumió el calor. Recuerdos resumidos en bloques de sensaciones, según mi cuerpo empequeñecía tiritando o se expandía en sudor ocupando todo el espacio.

Elegí vivir sumando, fue un proceso de aprendizaje, pues en el comienzo, el símbolo negativo se instauró en mis días y noches. Restaba el olor a ropa limpia, el sabor de la sopa caliente, el sonido de las páginas cuando pasan lentamente, la suavidad de su barba, la intensidad del carmín de sus labios… Cuando ya nada me quedó a lo que aferrarme, quedé sumida en un pozo de variantes que marcaban la rutina de mis días.

De donde no hay, no se puede restar; eso aprendí en mi primer y último curso en la escuela. Sumar y restar, ahí me quedé, a sabiendas que había mucho más por los cursos que tenía por delante.

El seis marcó un antes y un después. Seis años y un lago. Seis velas había soplado, antes de pasar la tarde sumergida en sus aguas jugando. Con las caricias de él, que ni sus manos recuerdo, con los besos de ella, que resté desde el primer momento, y el guirigay de los que compartían hasta ese día mi cuarto. Un juego, el único que tengo presente. A esconderse, que yo os buscaré cuando haya contado hasta veinte.

El sol comenzó a caer, el andar se convirtió en carrera, la carrera en sollozo y el sollozo en llanto. Y de pronto tú, me cogiste entre tus brazos. Te llevo mucho tiempo buscando, dijiste secando mis lágrimas. Y mis padres, mis hermanos, susurré sin ni siquiera mirarte. Se han marchado, te han olvidado, solo quedamos tú y yo, nunca estarás sola, siempre estaré a tu lado.

Me salvaste, me acogiste. Cerraste mi puerta con llave, para que no te hagan daño, me decías. Ahora sé que no querías que me fuera; lo que no sabías es que yo no me hubiera ido nunca, aún cuando el dolor hizo mella en mi alma y en mi vientre, ahogaba los gritos contenidos en la garganta, mientras tu invadías mi cuerpo, empujando con fuerza, siempre de espaldas, para que no se encontraran de frente, tus demonios y mi inocencia.

Escogí el dolor antes que la soledad, complacerte para que no te fueras. Podía soportarlo a cambio de un cuento de buenas noches.

El horror avanzó posiciones cuando la sangre comenzó a brotar de mi cuerpo. Confundida, sintiéndome culpable de tus ausencias. Mis manos taponaban la salida del incesante reguero, que empapaba de soledad mi cama, manchaba de rojo mis días. Desaparecías, cabrón de mierda, y yo sin saber por qué, sola, rezaba lo único que sabía, que pare mi cuerpo de llorar sangre, solo así tu volvías.

Deseo concedido y el dolor llegó de nuevo y tú con él siempre presente. Mis pechos fueron creciendo, junto con ellos mi vientre. El asco en mí patente, tu deseo insaciable, las patadas desde dentro, tus manos adentrándose, mis gritos anunciando muerte, tus ojos de desvarío, mis labios ensangrentados por la fuerza de mis dientes, empuja ahora, me decías, y cuando sentí que mi cuerpo se desvanecía, oí la llave cerrarse y una dulce melodía que aun hoy sigo escuchando. Un llanto.

Desahuciada, caducada para siempre, muriendo en vida, sin saber siquiera que era la muerte. Sin comer ni beber, inerte, sin moverme, dejándome ir, pues tu nunca volviste.

La multiplicación llegó a mí, el día en que la puerta se abrió de nuevo y me arrastró a mi nueva condena. Perdida en la inmensidad que a los seis resté por completo. Olvidé como volver a sumar a los que un día me quisieron; no encontré a mi familia en los ojos que vinieron, y ellos, por más que buscaron en mí a la niña, no lograron siquiera acariciarme el cabello.

En un limbo de destierro convivo conmigo misma, el chirriar de una puerta y un llanto que sigo buscando, encendiendo seis velas cada año que termina.

88 comentarios en “Seis velas para mujer sin edad

  1. Mi querida en verdad me hiciste llorar, soy especialmente sensible al sufrimiento de los niños, me imagino cuantos seres en el mundo pasan por eso…es excelente el relato …menos mál que la intervención del despistado Chus al final me sacó risas…creo que tendría que ponerse un ojo más…así lee mejor y comprende más…abrazos…

    Le gusta a 2 personas

    1. Llevo mucho dando vueltas. Pensando cómo afrontar el relato. Delicado. Una línea tan fina entre el drama gratuito y la realidad. Intentando ponerme en situación. Al final pensé en una mente infantil, que se agarra a lo que tiene, indefensa. Leyendo entrevistas del después, vi que el horror se extiende en otras dimensiones

      Me gusta

  2. Valeria

    Llevo todo el día dando vueltas sin saber que escribirte, leyendo y releyendo, muda entre tus letras… Porque no hay nada peor, nada más mezquino, que aunque no sea madre hay muchos que siento como míos, y pensar en su sufrimiento me envenena y saca lo peor, pero lo merecido.

    Le gusta a 3 personas

    1. Creo, que nos agarramos a sensaciones, aplicándolas a otras historias, a las que se adaptan a la perfección. Siempre cosas nuestras, claro está.
      Sin ser un drama mi vida.
      Quien no se ha visto solo, o encerrado.
      Quien no ha tenido que intentar olvidar para que no duela.
      O aguantar cosas a cambio de otras.

      Le gusta a 1 persona

  3. Qué pluma hay que tener para volcar ciertos temas -y en primera persona, sobre todo- y encontrar el equilibrio. En mi opinión, lo has logrado, Margui.
    Lloré por dentro y por fuera, porque en un niño estamos todos, todos lo fuimos. Eso se llegar bien adentro, a cada corazón que te lee. ¿Y qué es escribir, sino esto?
    La escritura nos tiene que provocar algo: suspiros, lágrimas, deseos, puteadas, nostalgia, recuerdos, ruido. RUIDO. Gracias por esto.
    ¡Abrazos infinitos!

    Le gusta a 2 personas

    1. Los olores, imprescindibles para mí. A podrido, a humedad, flores, mar… Por eso necesito casi siempre ponerme en primera persona. La inexperiencia seguro. El si yo lo estoy viviendo, me resulta más real. ufff ya estoy desvariando…
      Ya habrás visto que he tenido serias dudas. Tus palabras me ayudan bastante jjj, pero creo realmente jajajaja, que has perdido objetividad jajaja

      Le gusta a 2 personas

      1. Creo que si no hubiera sentido nada… más me valía el silencio. Pero claro que no todos sentimos lo mismo. Sí, soy subjetiva, jaja. A mí me llegó a la médula, y creo que lo has hecho con mucho respeto, sobre todo. Estos temas lo merecen, nunca sabes quién te está leyendo. Nada mejor que escribir encarnando el lugar de los personajes, por eso te ha salido tan profundo y sincero. Ole por eso!

        Le gusta a 1 persona

  4. Llevo un buen puñado de minutos pensando y releyendo las cuatro líneas más duras de tu escrito.

    No puedo dejar de admirar la belleza con la que con crudas palabras explicas la venida de un nuevo llanto que mitigue tu dolor.
    Sin embargo, tampoco puedo eclipsar el runrún que me provoca el mismo.
    Que gozada poder sentir tan bien articuladas dichas iracundas palabras.

    Le gusta a 1 persona

    1. Dude tanto mientras escribía, incluso ya expuesto para wue lo leáis, seguí dudando, por haberme excedido o haber herido en algún modo a alguien, pero según han pasado los días y leyendo comentarios como el tuyo, he llorado, por haber siquiera rozado lo que intentaba, aunque la duda siempre quedará
      Muchas gracias de corazón

      Le gusta a 1 persona

  5. Tengo la sensibilidad a flor de piel y este trabajo tuyo me ha llevado a leerlo varias veces y cada vez me deja perplejo. Cuando sentimiento para describir unos años inocentes con una carga de emociones tan grande que no caben en el corazón de una niña. Eres realmente increíble para lograr que uno deje escapar unas cuantas lágrimas. Este es uno de mis relatos favoritos.

    Le gusta a 1 persona

Deja un comentario