Baldosas Rotas

Qué buen momento para dejarme tirada. La lluvia empieza a caer y Gene Kelly viene a rescatarme.

Siempre lo haces bien, amor, no apareces para que pueda bailar sola bajo las nubes cargadas.

Eliges los días perfectos, para que llegue a casa calada hasta los huesos y con la ropa pegada al cuerpo.

Quiero saltar en los charcos y dudo en hacerlo para no mancillar la escena, sin un paraguas en la mano.

Pienso dónde estarás, cuando conmigo debieras estar. Si olvidas en un segundo o haces por olvidar. Si se te hace tan fácil poner otra cosa en mi lugar.

Me gusta contar baldosas, cuando a ningún sitio quiero llegar, y eligiendo un color voy saltando, siendo el adoquín del suelo, el que va decidiendo mi destino.

Negro. Comienzo a contar y camino sin levantar la vista del suelo.

He pasado las quinientas y ya no sé ni por dónde me hallo.

En la quinientos siete, unos pasos se acompasan al vaivén de mi cuerpo, que alertado, se deja llevar por el chaparrón acelerado.

Sin aliento, no quiero perder la cuenta, no puedo. Mientras cuento me olvido que estoy perdida.

En la quinientos treinta y dos me voy de bruces contra el suelo.

Crees que pisas firme, hasta que una falla y se raja bajo tus pies.

La sangre que brota de la cabeza llega a mis labios, y a cuatro patas, tanteo en busca de mis zapatos que han salido disparados en el aterrizaje.

Un momento, me detengo. No escucho nada. La lluvia sigue cayendo, menos intensa ahora. Espero un minuto en silencio y solo el agua se mueve.

Igual Gene Kelly solo quería dejarme un paraguas y yo me monté una peli de terror.

Voy a calzarme los tacones de Ginger y a encender el GPS para volver a casa, que por hoy ya me perdí demasiado.

         —Camine trescientos metros y tuerza a la derecha.

Continuaré a partir de la baldosa en que caí, para poder seguir con mi vida. Mismo color. Mismo número en el que me quedé. Ya no llueve pero bailo.

A un ritmo pausado comienzan de nuevo a seguirme el paso.

Con ayuda de las manos aceleramos nuestros cuerpos cansados.

Giro la cabeza y veo que me acecha a unos metros.

El taconeo se entremezcla con el palpitar que en la garganta se frena y ni respirar me deja.

No sé si echar a correr ahora o girarme a bailar un vals. Si suplicar o llorar.

Sin darme tiempo a reaccionar, su mano en mi boca está y a la fuerza me arrastra al portal treinta y cuatro.

No hay galán en esta escena. La música se ha esfumado.

Se ha quitado los zapatos de baile y a hierro se clava en mí, punta, talón, sin descanso.

Gene vino a buscarme cuando tú me abandonaste, y me arrancó en un segundo, mi mundo perfecto de princesas y galanes.

68 comentarios en “Baldosas Rotas

  1. Dorothy debiste coger el de baldosas amarillas, al menos tendrías paja para calentarte, aceite y un cacharro para la sopa y carne para comer. Supongo que al final el mago te convertiría en hielo, pero eso es otra historia. 😉
    PD: Me alegra verte de nuevo. Besos,

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      1. No, no fue dejadez, fue claramente meditado, pero al igual que a ti te gustaría joder al lobo, a mi me gusta fastidiarte a ti. 😉
        El caso que me alegro que hayas vuelto, de verdad de las buenas. 🙂

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  2. Fran

    Te despistas en un momento, y no sabes dónde puedes acabar. Lo importante es que la rescataron y pudo volver a casa. A veces nos vamos a nuestros mundos, y desconectamos de todo lo que hay alrededor. Es una huida, una desconexión en ocasiones necesaria, para evadirnos del mundo cotidiano. Gracias por ofrecernos este bonito relato.
    Un abrazo.

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  3. Amo la lluvia, las baldosas rotas, a Gene Kelly, los paraguas y tu regreso contando saltos, olvidos y lo que nos puede suceder en cualquier fachada de un portal 32.
    Si intentamos seguir contando baldosas bajo la lluvia, crúzate a Londres; allí te espero!
    Abrazos infinitos, aquí con lluvia. 🙂

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    1. No sé si seguir contando o dar todo por zanjado y lanzarme al infinito.
      Buffff me mareo fijo y me aburro seguro. Yo necesito ir saltando, contando los colores, par o impar.
      Londres… ya llegaste.
      Joder perra, igual a últimos de mes estoy unos días sola, 😱😱😱, pero el verano me dejo seca 🥀
      Ains cerda voy a mirar

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    1. Despistada solo.
      Era una película en la que se colaban actrices y decorados que no correspondían , para que los puristas no se me enfaden.
      Sabemos que Ginger era de Fred Aster. ¿Quién te dice que no esperaba todas las noches a Gene?
      Jajahahs ha
      Estoy como una cabra loca ya lo sé
      Besos amor

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  4. Reflexionando en voz alta

    Había un maniático Nicholson que no soportaba pisar las lineas de las baldosas.
    No sabes cuánto me identificaba con él (cuando la falta de prisa me permitía jugar a sus chifladuras)
    En mi caso, tengo las baldosas zafias marcadas mentalmente, -aunque sé no te refieres a ellas-.
    Mi disfrute particular es caminarlas con el movimiento en ele del caballo en ajedrez (lo cual produce rechazo en los viandantes que se acercan en sentido contrario, pues deben pensar que estoy borracho), pero cómo te decía, la peor es la de la salida del parking, se mueve la muy tozuda.
    Recuerdo un día en el que salia muy mudado, íbamos a una boda ajena, como al pisarla, me escupió el agua contenía debajo, hacia mis recién estrenados zapatos de ante (MECAGUENDIOSMECAG..)

    En fin, que es la primera vez que te leo puntual.
    Larga espera, si.

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  5. La vida es un dulce tambalear…de ensoñaciones y realidades…hasta para tu protagonista, que tras darse de bruces y topar en el peor sentido pasó a darse de bruces y topar en el mejor sentido de los posibles. Me gusta como la transportaste al final entre música y baile al momento real… rehuyendo de los cuentos y aferrándose a lo que sucede, q es siempre mucho mejor.

    Besitos, Margui…

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  6. Me gusta contar baldosas cuando a ningún sitio quiero llegar… se como es.
    Caídas, lluvias, desvíos, pérdidas; todo eso parte del camino.
    Espero mi Florecita, que siempre haya una mano extendida que te levante en cualquier resbalón o caída. Aquí estoy yo, por día acaso hace falta.
    Un abrazote

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