Seres que no están por no ver o porque no quieren

Ser y estar conjugándose a la vez. ¿Por qué siendo como soy no puedo estar con quien quiero?
Hoy voy a conseguirlo. Los dos verbos serán uno y podré jugar con ellos alternándolos como desee.
Estoy aquí y seré valiente para darles lo que me han pedido.
La oscuridad y el silencio hacen que parezcan diferentes los pasillos por los que ando. Las puertas cerradas, y no ver más allá de mis pasos, desdibujan los interminables corredores.
Subo a la primera planta, ayudado por un mechero, buscando el despacho donde se halla el tesoro que tengo que encontrar.
Las letras en cursiva del cartel me dicen que he llegado. Acerco la llama para asegurarme y leo. Me quedo unos segundos dudando si entrar o salir corriendo. El encendedor vuelve a fallar. Tengo el pulgar en carne viva de tanto girar la piedra y aguantar el quemazón. Lo guardo en el bolsillo y, con la otra mano, agarro con fuerza el móvil que llevo preparado. Compruebo la batería, que está al noventa por ciento. Abro la APP y la cierro dos veces para cerciorarme de que todo está donde debe.
Nunca he traspasado esta puerta. Mi comportamiento no me ha traido hasta aquí. Aterrorizado, volteo el pomo pensando que el director está del otro lado, mirándome fijamente y golpeando rítmicamente la mesa con los dedos.
Tengo el corazón a mil por hora, como cuando pasa por mi lado la chica del tercero A. No tengo muy claro si estas sensaciones son placenteras, pues me paralizan, pero a la vez me siento vivo.
Vuelvo a mí viendo la hora en el teléfono y decido entrar, tengo que hacerlo. Doy cuatro zancadas con los ojos cerrados por el miedo y me topo con el escritorio. A tientas lo recorro con la mano que tengo libre y rozo una carpeta. La abro, pero no distingo lo que hay dentro. Descarto encender la luz, me avisaron de que estaba prohibido, que solo un tonto la usaría. Yo no lo soy, mamá me lo dice a diario, que soy especial, me repite para que confíe, y yo me lo grito en mi cabeza sin descanso, cuando me insultan y empujan los que no se dan cuenta.
Linterna no, el móvil lo necesito, usaré el mechero de nuevo aunque me sangren los dedos.
Comienzo a pasar papeles. En todos veo el mismo encabezamiento, examen global de matemáticas, pero cuál es el nuestro. Me fijo en que debajo pone la clase y vuelvo a empezar. Al llegar al quinto leo segundo B. Lo tengo.
Mis pies se descontrolan empezando a botar, como cuando mamá me sorprende con mi postre preferido.
Dejo sobre la mesa el test final y busco la aplicación en el móvil. Paso el dedo por encima y esta se despliega. Bien, lo he hecho bien. Instagram está listo. Una gota de sudor comienza a recorrerme la sien. No encuentro la opción de video en directo. La excitación hace que todas las posibilidades bailen en la pantalla. Vamos, tengo que recordar las instrucciones que me dieron. Un momento, si, arriba a la izquierda, donde aparece mi foto. Pulso y observo. Hay varias posibilidades, entre ellas la que necesito.
Creo que voy a hacerme pis encima. Debo aguantar las ganas hasta que esto termine.
Me conecto y mi cara se refleja con los ojos como platos. Acerco el encendedor para ver mejor lo que pasa. Comienzan a aparecer montones de nombres en línea que no conozco. Pierdo la cuenta cuando pasan de cincuenta. Salen frases a toda velocidad que casi no puedo leer, tan solo algunas, en las que me dicen que quite mi asquerosa cara y les enseñe el examen. En otras me llaman imbécil, también inútil. Giro el teléfono apuntando al papel para cumplir con la misión.
De repente suena el timbre de llamada, es el tono de mamá, tengo que cogerlo, es el trato que hicimos cuando me lo compró.
Me acerco a la ventana con miedo de que me descubra, aunque es casi imposible, tiene ojos en todas partes, siempre sabe donde estoy.
—¿Dónde estás mi vida? Estaba asustada, se ha hecho de noche y aún no has vuelto.
—Mamá, estoy con mis nuevos amigos, soy el mejor, estoy y soy feliz mamá.
—Pero, ¿quiénes son ellos?
—No lo sé, pero son más de cien mamá y están… están aquí conmigo.
Enciendo el mechero, pues en la oscuridad no puedo ver las palabras que digo. La ceguera arrastra al resto de los sentidos y me deja sordo y mudo.
—Voy a buscarte ahora mismo. No oigo a nadie a tu lado. ¿Qué te están haciendo? ¡Dime dónde has ido!
La llama prende las cortinas y se hace con ellas en un segundo convirtiéndolas en un gigante que quiere abrazarme.
—Estoy en la escuela mamá, pero no vengas, vamos a hacer una fiesta, han encendido una hoguera como cuando vamos de camping.
El monstruo se abre camino devorando todo lo que encuentra a su paso por las paredes. Ha conseguido rodearme y se levanta orgulloso desplegando su lengua camaleónica por el techo.
—Mamá hay demasiada luz, tengo que colgar para preguntarles si puedo salir ya.
Cero visitas, nadie a la espera. Estoy solo y soy el reflejo en una pantalla vacía.
En la puerta está la salida, ¿hacia dónde? Quién sabe… ¿y si me quedo? Quizás el fuego quiera ser mi amigo y jugar a las tinieblas. Confiaré de nuevo, porque soy especial y estoy en el sitio perfecto.

88 comentarios en “Seres que no están por no ver o porque no quieren

  1. Mmmmmm un final abierto, te propongo dos alternativas:
    a) el primero que se me viene a la mente es el que ya propuso hace años el maestro Jorge Luis Borges, el chaval no se quema y se da cuenta que es un sueño que otro está soñando.
    b) aceptamos la magía, el chico sí es especial, el espíritu del fuego se convierte en su protector y el chaval se siente como en «Twin Peaks: El Fuego Camina Conmigo» 😀

    Gracias hermosa, por estimular mis fantasías de buena mañana 😉

    Besos 👄👄👄

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  2. Con tensión y audacia, consigues que entremos en la historia vivida en casi primera persona. Siempre se han hecho demasiadas cosas por agradar a los demás, por ganarse una amistad tantas veces falsa e interesada. Por buscar inocentemente un cariño que nos es esquivo. El abuso, el exceso, sin piedad ninguna. Un relato triste sobre un problema real. Consiguió su misión, pero me apetece pensar que finalmente el fuego era amigo y jugó con él a las tinieblas.
    Un abrazo compañera.

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      1. Ya me vas conociendo y que mis ideas son más de realidad… cuento historias sobre lo que puedo tocar, lo que tengo alrededor o lo que oigo o veo… queda abierta para no perder la esperanza y pensar que no todo es tan negro 😊😊😊,

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    1. Es una lacra de la sociedad. Ser diferentes les aísla, necesita ser aceptado y el grupo mayoritario se aprovecha… cuando esto ocurre en adultos se puede sobrellevar, pero los niños no tienen donde agarrarse…
      Tener buenos lectores como tú es lo mejor que me ocurre 😍😍😍😍 mi Per.
      Besaco adormecido 💋💋💋💋

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    1. Mmmm los que callan tienen miedo de ser los siguientes… siguen siendo niños, es complicado que tengan la fuerza y la determinación para hablar.
      Mi hija pequeña me habló hace unos meses de un caso en el colegio, pero me dijo que no podía decir nada, no quería quedarse sola o ser ella la insultada… le dije que nadie lo sabría, que iría yo a la escuela.
      Debemos animarles a que nos cuenten, pero exigirles que se enfrenten… no lo sé
      Un beso Laacantha 💋💋💋💋

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      1. Precisamente de ello hablo callados por no ser los siguientes. Las conozco esas situaciones de punto de vista de profesora y tutora con mucha experiencia. En muchos casos yo no pude hacer nada para cambiar la actitud de los demas , por más que luchaba. Hablando a solas conmigo todos estaban en contra del acusador…juntos , en manada, nadie se atrevería. Muy complicado. Besos Margui.

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      1. Han pasado 5 meses, faltan 3 para que empiece la nueva temporada de huracanes y todavía hay 500,000 personas sin electricidad. Y el gobernador es un lamebotas del presiloco. Pero, ahí seguimos. Al menos mi niño no se rinde.

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  3. Excelente forma de mantener la tensión y dejando el final abierto, el abuso es un tema candente que atenta contra derechos fundamentales. Creo que la escuela se debería ocupar más en formar ciudadanos que en convocar exámenes de álgebra. A vece las mejores notas las sacan los que padecen maltrato y de poco les vale. Un besazo.
    ¡Leñe que bien escribes!

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  4. Me sumo a todos los elogios que te han dedicado. Muy bien creada esa tensión, esos creo yo sentimientos contradictorios, la urgencia imperiosa de sentirse aceptado. Por fortuna este mundo del acoso escolar es algo muy alejado de mi vida, pero no dejo de alucinar cuando se habla en las noticias de ello. Tiene un punto de incomprensible, cómo niños y adolescentes pueden darle tanta importancia a todo eso, redes sociales, followers, blablabla. Por supuesto es más complejo que esos simples puntos, aquí entra lo de sentirse aceptado y no señalado, insultado, humillado, etc, etc. Porque las nuevas tecnologías o los móviles no han hecho más que agudizar ese problema.
    Besos libres de likes y de impuestos… e imposiciones.

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    1. No tengo muy claro que el problema se haya agudizado, o simplemente tienen más formas de hacerlo. El Niño que se aprovecha de otro, lo haría en cualquier época o situación
      Lo que si es verdad es que los horarios de maltrato son las 24 horas del día, pues lo hacen a través de whatupp y antes tan solo era en horario escolar
      Gracias por tus palabras 😊😊😊😊

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  5. Esa necesidad imperiosa que tienen algunas edades de ser aceptado, la inocencia de los años y lo crueles que pueden llegar a ser algunos niños para aprovecharse de otros a su antojo…son cosas que observo en los coles si -por falta de personal- visito aulas de primaria. Y es así, tal cual. La popularidad lo es todo.

    Es un texto muy bueno, Margui…como siempre haciéndonos reflexionar sobre lo que subyace a las situaciones, lo que hay debajo y dentro las víctimas y no vemos, porque al relatarlo en primera persona nos colocas en la piel del protagonista y eso siempre es importante. Ponerse en la piel para entenderlo todo.

    Besos linda.

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    1. Lo he pensado mucho y pienso que el inicio es inocente en ambos casos… me explico. Empieza en la infancia, en la que subyace el liderazgo, nos avanzan y otros se van quedando atrás. De estos que avanzan están los que empiezan a sentir que no quieren abandonar esa posición y se rodean de otros para ser más fuertes aún. La mayoría se queda ahí, estoy segura, no sobrepasa los límites, sobre todo cuando empieza a ver sufrir a otros. Una minoría se mantiene, es placentero sentirse fuerte y respetado y no repara en los daños.
      No sé si tengo razón o no, pero es esta sociedad la que promueve el principio. He visto a muchos padres orgullosos cuando en infantil se les dice que sus hijos son líderes…

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      1. Pues si, puede q lleves razón. Vivimos en un mundo competitivo. La competitividad se promueve a nivel social y ya desde la escuela lo venimos observando y en muchos casos, alimentándola sin darnos cuenta. Se trabaja mucho el concepto de grupo pero la individualidad como tal no tanto… y debería enseñarse más a los niños a escucharse a sí mismos, creer en sí mismos, confiar en sus capacidades y valorarse como especiales. Y únicos. La autoestima es fundamental en estos casos, saber que lo más importante no es solo su grupo de referencia como se descubre más tarde sino uno mismo y sus valores y forma de pasar por el mundo.

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  6. Reflexionando en voz alta

    Es casi un cargo de conciencia darle al «me gusta» en esta ocasión.

    Coincide, además de la fecha de publicación con mi cumple, que también yo sufrí lo que ahora denominan bulling (y yo sin saberlo a mi tierna edad con lo mal que se me daba el inglés)…

    Soberbio, una vez más.

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    1. Los me gusta están sobrevalorados. No pulses.
      Los cumpleaños hacen aflorar los sentimientos, así somos de predecibles.
      Hace años simplemente se puteaba al compañero más débil, ahora tiene un nombre, pero sigue siendo lo mismo.
      Besos y gracias por tus palabras 💋💋💋😍

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