A Tintero Abierto

—¿Me quieres acompañar? —me preguntó ella, hace meses, cuando todo estaba a punto de empezar. Entre dudas, como siempre, contesté que no es cuestión de ir, sino de estar siempre a su lado.

—No te enrolles, ¿quieres escribirme el prólogo de “A Tintero abierto” o no?

A Henar de Andrés no hay cojones a llevarle la contraria. Dije sí sin saber siquiera de qué iba a escribir.

Dos mujeres, ella y yo, como tantas otras, que buscamos un hueco donde se nos pueda ver mejor, no nos pisen por ser del sexo que tantas hostias se ha llevado y gritemos que nadie va a quitarnos la esperanza de alcanzar lo soñado.

Ella ya ha dado el salto. En pocas horas presentará con Leibros Editorial su novela “Vampire´s Dreams”. Allí podremos encontrarnos si os apetece.

Para ir abriendo boca, os dejo lo que quedó impreso en su libro de relatos para siempre. Una introducción a lo que vendrá si te dejas llevar por las historias que aparecen en él.

Prólogo de “A Tintero Abierto”

Esto eran 100 verdades que sangraban desde hacía tiempo, desgranándose, amontonadas, a sabiendas que la herida se abriría en cualquier momento.

Hay ojos que, buscando siempre el final, topándose con lo inesperado, son arrancados de cuajo para volver a empezar a leer y comprender lo que ha pasado.

Agrietados, los cuerpos irán perdiendo sus pieles al ahondar en las historias. A sus pies quedarán los jirones sucumbidos por el terror y los amores, la confusión y el conflicto. Donde no llegue el raciocinio, al descubierto quedará la carne.

Las uñas se comieron hasta que se arrancaron las manos y, con la lengua recorrieron los relatos, pasando con ella las páginas y llegando al final al orgasmo.

De tono agridulce hay sabores que en el estómago duelen. De tanto tragar amargores, las vísceras piden a gritos que alguien las rescate y las arranque a bocados lo que no pueden vomitar cuando todos están callados.

Como un muro inquebrantable, irán construyendo una imagen. Encajarán los huesos según vayan ascendiendo e irán quedando anclados formando un nudo perfecto. Inoculado el veneno y ya avanzado el devenir de los cuentos, entrarán en juego los músculos, que reforzarán sus creencias de que pueden vencer a lo que están leyendo. Tendrán que estar atentos, puesto que nada es eterno, y si dejan de mirar, los huesos se volverán cenizas para hacerles despertar del sueño.

Alentados por el cerebro, iban saltando de renglón en renglón, sintiendo la energía de cada letra en ellos mismos. Cortocircuitados, explotaron cada título hasta que quedaron exhaustos. Tras el colapso llegó la calma, pero quizás, como aquellas neuronas, nunca se recuperaron.

La esperanza de un final feliz recorre siempre las venas arraigadas al corazón. Acompasado al devenir de la aventura, late con ternura cuando las lágrimas lo inundan y bombea acelerado cuando lo roza el acero y se siente acorralado. Melodías vivas en busca de palpitaciones, enloquecen encerradas entre tapas o intros y, al ser liberadas, comprimen a su presa cuando intenta escapar por el pecho, hasta dejarla sin aliento y desgarrarla al completo.

Serán 100 instantes en un momento. Pasarán fugaces como pensamientos que se quedarán flotando a la espera de ser escuchados y, al regresar etéreos, sin un cuerpo al que estar aferrados, la imaginación irá brotando para caminar siempre de su mano.