—Avanza un paso, ha llegado el momento.
—No sé si estoy lista. Quizás deberíamos dejarlo.
—Estoy pegado a ti. A tu espalda. No voy a soltarte. El miedo no entra en nuestros planes.
Su mano me empuja suavemente hasta el borde sin yo oponer resistencia. Nunca he sabido negarme a sus deseos.
La valentía ha brillado por su ausencia a la largo de mi vida. He ido cumpliendo las expectativas de los que me rodeaban, haciéndome sentir útil, indispensable.