Más me hubiera valido que me vendieras al mejor postor, a que me regalaras en pro de la causa que teníamos perdida antes de empezar.
Al menos, con el estómago lleno y los bolsillos repletos, sería tomado en cuenta para no acabar tirado en cualquier cañería, mezclado con la mierda que busca salida por las alcantarillas.
Decidiste mi destino y, conmigo en brazos, saltaste al abismo sabiendo que yo solo no podría regresar al hogar. Buscaste un sitio seguro, bien oculto en la maleza, con la oscuridad justa para que no pudieran encontrarme y que, aunque la humedad llegara de vez en cuando, pudiera jugar a mi antojo sin salirme de los límites marcados.