Retazos de un amor sobreviviendo en las calles

Ve despertando, amor, que el día se consume, como un cigarro mal apagado.

La ducha espera. Voy entrando yo primero.

Qué tiempos en los que el vapor no empañaba nuestras vidas, en los que nos bañábamos juntos sin tener que salir corriendo.

¿Te acuerdas, mi vida? Cuándo nos fundimos por primera vez, cuerpo con cuerpo, sumergidos en la espuma, besándonos en cada rincón, buscando a ciegas, con nuestras manos, el placer hasta ahogarlo.

No hace tanto y parece un siglo, que en los veinte metros que teníamos, follábamos sin prisa y sin descanso. Que siempre había un mañana, no un quizás o un hasta cuándo.

Sin nevera, ni lavadora; con las tripas vacías y la esperanza llena. Un futuro incierto y una cazuela, donde calentar el agua para echar a la bañera. Allí todo cobraba sentido, humedecidos por fuera y por dentro, bebiéndonos a sorbitos, para nunca terminarnos.

Levántate ya y roza tu piel conmigo, dejando que el vaho y el calor arrastre la mierda al olvido.

Vamos, no sabemos hasta cuándo podremos volver a ducharnos.

Tengo en mi mente clavado, como si fuera ayer, el día en que a la calle nos tiraron, con una mochila en los brazos. El silencio caminó con nosotros, deambulando sin rumbo fijo. La noche se hizo fuerte y el acojone frenó nuestros pasos. En un banco nos sentamos y hombro con hombro, callados, con la vista al frente, dejamos pasar las horas, hasta que la luz se hizo patente.

¿Sabes qué parque era?

Venga joder, haz un esfuerzo y recuerda. He borrado los putos nombres, para dejar grabadas las imágenes en mi cabeza.

Ven ya y ayúdame a situar cada cosa en su sitio. Desperézate y cepillaré tu pelo, para enfrentarnos a la desolación de nuevo.

El vacío se hace cíclico, lo sé cada vez que volvemos al principio. A la nada regresamos en el momento que un hogar, que no es nuestro, abandonamos. La incertidumbre de no saber cuándo será, pesa más que el dormir a cobijo.

¿Qué hostias haces que no vienes a limpiar nuestra huida? Ya casi he terminado y debemos salir por piernas, antes de que descubran que su casa ha sido invadida.

¡No me toques más los cojones o tendré que ir a buscarte!

Listo, he terminado. Voy por ti.

Sal de la cama y ponte algo.

La cabeza me revienta.

Muévete joder.

A tomar por culo las mantas.

Hace un frío de muerte para dormir desnuda. No me escuchas nunca.

¿Ves? Estás helada.

Me cago en la mar, date la vuelta. No me des la espalda y mírame.

No te enfades, ya me calmo. Voy por el otro lado.

Abre los ojos mi niña que estoy junto a ti.

Perdona y dame un beso, uno y salimos andando. Buscamos un puente bonito y debajo nos quedamos.

Verás como no es para tanto. Es la última vez, te lo prometo.

Mi pequeña, despega tus párpados que no sé lo que te pasa.

Estás tan quieta que parece que no respiras.

Si quieres yo lo haré por ti y mi calor te lo regalo.

Espera, que me acuesto contigo.

Acaríciame un instante, la última vez, te lo juro.

No me iré de aquí. Solo no tiene sentido seguir.

Ya sé, llenaré la bañera. Como te gusta, hasta los bordes sin que rebose.

No te preocupes, yo te llevo en brazos y allí por siempre dormidos podremos quedarnos.

81 comentarios en “Retazos de un amor sobreviviendo en las calles

  1. Terrible ha de ser terrible no tener donde lavarse o combatir este frío que cala los huesos.
    Yo creo que ni imaginandolo lo imagino, pero tu lo has hecho muy bien.
    Eso sí, el final me ha dejado totalmente helada.
    Y quizás así deba ser para abrir conciencias y cambiar realidades.

    Besos friolerilla mia! jajaja

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      1. Exacto. No somos capaces de buscar soluciones o no queremos porque se está muy a gusto en el sofá, para que engañarnos. Esta sociedad desentendida algún día nos dará la vuelta y nos pasará factura.

        Lo has hecho genial.

        Besos wapi!

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  2. Es difícil ponerse en el pellejo de esas personas que se han quedado sin lo poco que tenían (a medias con los bancos). Si ahora hasta para irte bajo un puente tienes que pedir hipoteca o un fondo buitre que acabara sacándote las entrañas, porque los ojos ya te los habían sacado.

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    1. En Madrid, que es lo que conozco mejor, hay puentes con el cartel de completo. Asentamientos que ya tienen su sitio fijo.
      No sé si nos volvimos locos pidiendo hipotecas o los bancos se frotaron las manos invitándonos al desastre.
      Hace tiempo que no hay noticias de los desahucios, pero sigue habiéndolos. Ya pasamos a otras cosas
      Un besos Antonio

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      1. largo, frío, invierno… que de palabras feas en la misma frase, lo único que me gusta del invierno es la navidad. Bendita calefacción, el frío que he pasado este fin de semana en Córdoba, que allí brillan por su ausencia

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      2. Lo se, hay muchas cosas para saltarse dependiendo del momento de la vida en el que estés… yo me salté algunos en otros tiempos… menos mal que el tiempo cura o esconde según lo miremos. Si calienta hasta cuando se va!!

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      3. Reflexionando en voz alta

        Ay amiga!
        La Navidad (que no en vano tiene las mismas letras que vanidad), es la -si no la más-, época más hipócrita del año.

        Recuerdo una vez que llevé a un conocido recién separado y con su doble depre circunstancial, (previa consulta y permiso general de familiares), a la cena de Nochebuena.
        El susodicho, como digo, se enfrentaba a su primera Navidad sin esposa ni hijos, apenas puso apuro (tampoco particular entusiasmo) cuando entre cerveza y cerveza en el bar de turno, le dije:

        – «Tu tranquilo, esta Nochebuena la pasas conmigo. En familia.

        A mi, en pleno periodo solidario, recién estrenado en la cincuentena, me pareció una solidaria y genial idea. Vamos… Mucho mejor esta acción para terminar un año que lo de «apuntarme a un gimnasio» como promesa de principio del nuevo.

        No te negaré que la idea de «pon un pobre en tu mesa» se me pasó lacónicamente por la sesera, aunque pronto la descarté por lo mezquino que me sentí.

        Para no acudir solo a la fiesta, quedamos le iría a buscar, tomarnos unas cañas previas, para darse ánimos en el enfrentarse a mis familiares, a los que no veía desde hacía tres décadas. Llegamos tarde.

        Mi esposa, más apremiante que solidaria, me convino a que me pusiera a «tocar el violín» y le llenara dos o tres platos de jamón para los aperitivos…
        El invitado, lejos de integrarse en el cuorum familiar, prefirió darme cháchara mientras cortaba loncha tras loncha. Ellas, -madre y hermanas (3), desprovistas de sus respectivos conyugues-, acudieron a la novedad hacía tantos años ¿olvidada? y, en la cocina se plantaron a modo de melé festiva.
        Juro que fui incapaz de llenar ni un sólo plato. Conforme cortaba, manos ávidas lo hacían desaparecer e ingerían antes de despegarse del cuchillo.
        A media pata (ojalá hubiera sido paletilla, lo juro), aparecieron los cuñados, más atentos al caldo, o a las gambas a la plancha que solícitos en contribuir al orden….

        El «pon un pobre a tu mesa» se bebió hasta el agua de los floreros. Hubo que llevarlo a su casa (tras quitarle las llaves del coche). Y el resto de la familia lleva seis años recordándome:
        «No se te ocurra invitar a nadie en Navidad».

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      4. Reflexionando en voz alta

        Hay que ser muy fuerte para romper con las tradiciones. La madre mayor ya, por ejemplo, te obliga al consabido «y si esta es la última?, tanto te cuesta darme esa ilusión?»
        El chantaje emocional obra estragos.
        Tampoco te diré soy un santo. Mi particular trabajo (pringo guardias un año si y otro casi también, en función de cómo caen las fechas, me ayuda a inventar escusas mezquinas).
        Luego, eso si, si se cumpliera el pronóstico materno…
        Buff. Menudo trance.
        Abrazo.

        Exquisito tu relato. Duro. Aunque ese es tu sello, no?
        Abrazo pre.. (por si te pillo escondida tras el pijama)

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    1. Ains torpe y vago, vas a terminar escribiendo en morse 😂😂☺️☺️.
      Que no voy a regañarte más. Me encantan tus análisis jaja. Solo me meto contigo por picarte.
      Aún así te agradezco la expresión ☺️☺️☺️ me ha dejado loca.
      Espero recuperes rl estado

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  3. @lidiacastro79

    ¡Qué fuerte! Es genial cómo has ido dejando las migas, poco a poco, para que llegásemos al final de tu relato con una idea, pero no completa. ¡Tremendo!
    Me ha encantado y a la vez me ha estremecido. Buf
    Besazo, Margui 🙂

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  4. Nos cuesta ponernos en la piel de los demás, pero con sensibilidad como la de este texto, nos podemos acercar un poquito. Yo también me he quedado un poco frío, por la situación descrita, no por el frío de fuera, que me gusta más que el calor. Hace unos meses cerca de donde vivo se procedió al desahucio de varias familias. Estaban los unos, los otros y la plocía. Vino hasta «la tele» y se cortó la calle y todo. Han pasado más de seis meses y la casa que se vació, sigue vacía, y así seguirá porque nadie va a hacer nada con el inmueble, salvo, eso sí, echar a varias familias. En fin, un abrazo para entrar en calor.

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    1. Casas vacías que en ocasiones los bancos venden por debajo de su precio y las hipotecas no desaparecen, siguen pendientes. Es decir, ganan por los dos lados.
      Mientras los desahuciados no tienen posibilidad ninguna de recuperarse.
      En el peor caso, las casas quedan sin habitar, mientras los dueños tienen que mal vivir.
      Un sinsentido.

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      1. Ciertamente. Un sinsentido establecido al que hay que intentar plantar cara. Los bancos siempre ganan, siempre y tanto más en épocas de crisis. Hace poco comentaba que un banco o caja que ha recibido ayudas del estado por miles de millones de euros no debería poder desahuciar por ley. Ya no solo es una cuestión de ética, que desde luego tienen poca o ninguna, es que si ayudan al banco con dinero publico, también el banco debería ayudar a las personas que lo necesitan por causa del paro o cosas así. Es una utopía lo sé.

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      2. La ley debería imponerse. Si con nuestros impuestos siguen adelante, se les debería obligar a dar una tregua.
        Estamos soñando, es verdad. Pero soñar no cuesta dinero.
        Debo reconocer que nunca me he implicado realmente en este tema. No me ha tocado de cerca. El día a día nos hace cómodos.
        Besos y gracias por tus palabras

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  5. Es un relato magnífico del amor bajo la escasa solidaridad que rige el sistema. ¿Algún mandante se atrevería a aplicar soluciones si lo exigimos los ciudadanos? Esas dos variables son demasiadas para coincidir. Muchos mandantes y demasiadas opiniones. Mientras tanto cada día más pobres somos expulsados del tren de la comodidad y sólo podemos contemplar como se aleja en busca de un horizonte inalcanzable. «De momento tengo leña almacenada». Un besazo.

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